Resumen
Los productos kitsch son sistemáticamente denostados
como de mal gusto, pero desde la otredad, el buen gusto
sólo se define desde el mal gusto. Cuando ambos se
analizan, se descubren más semejanzas que discrepancias.
Lo kitsch está en el arte y en lo cotidiano. El primero no
escapa a la crítica ortodoxa. Al segundo por ser copia, basto
y sobrecargado se le vitupera incesantemente. Cuando
las personas encuentran placer estético en el objeto arte
kitsch, el objeto kitsch, el objeto de lujo y el objeto artesanía,
es posible conceptualizarlos con las mismas herramientas
y definirlas como objetos de estudio.