Consejo breve y entrenamiento en habilidades psicosociales asociados a la intencionalidad de consumir alcohol
Resumen
El consumo intensivo de alcohol se propone como un patrón de ingesta de alcohol, presentado generalmente en la
adolescencia, éste se caracteriza por su baja frecuencia y la ingesta de altas cantidades de alcohol por episodio.
Giménez (2011) sugiere el término de consumo intensivo de alcohol como la adaptación española del término binge drinking, identificado en la literatura anglosajona como un patrón de consumo caracterizado por beber cinco o más
unidades de bebida estándar en hombres y cuatro o más en mujeres por evento. Entre sus características distintivas se
encuentran los periodos prolongados de abstinencia, además de ser asociado, sobre todo, a actividades recreativas de
adolescentes, así como se distingue del alcoholismo por presentar problemáticas poco evidentes en el estilo de vida del
individuo (Courtney y Polich, 2009).
Collins, Witkiewitz y Larimer (2011) advierten que este tipo de ingesta es el antecedente a un consumo riesgoso de
alcohol en la adultez temprana, así mismo es distinguible del trastorno por dependencia al alcohol, por no ser una
condición patológica en que el sujeto intenta, sin éxito, disminuir el consumo de la sustancia, además de presentar
síntomas del síndrome de abstinencia. Chassin, Pitts y Prost (2002) han sugerido que la adicción al alcohol tiene una
trayectoria evolutiva, la cual provoca problemas cada vez mayores al individuo; es decir, acorde a la fase en que se
encuentra el individuo de la evolución de su adicción, la atención a sus necesidades serán distintas.
Debe destacarse que en el continente americano se encuentran las mayores tasas en comorbilidad y mortalidad
asociadas al consumo de alcohol, como lo son la violencia intrafamiliar, conductas delictivas y enfermedades asociadas
al consumo de alcohol (OPS, 2008). Por lo que en este trabajo se hace énfasis a redoblar esfuerzos en la la prevención
de una problemática que ha ido cobrando peso en esta región. La atención a esta problemática debe ser una prioridad en
cuidado de la salud, siendo la psicología una de las disciplinas que mayores aportes puede brindar, al tener un soporte
teórico y metodológico para que las poblaciones adolescentes adopten, por medio de una intervención breve, conductas
saludables incompatibles al consumo de alcohol.
La intervención aquí planteada pretende aprovechar los aportes que la psicología ha dado al entendimiento de factores
que inciden en el comportamiento. En conductas adictivas han surgido teorías que logran explicar con suficiente
robustez dicho fenómeno, entre ellas está la Teoría de la Acción Razonada (Fishbein y Ajzen, 1974), posteriormente
desarrollada por Ajzen (1991) para establecer la Teoría de la Conducta Planificada. Esta teoría postula que para entender
el comportamiento del individuo respecto al cumplimiento de ciertas conductas, es posible hacerlo desde la intención de
realizar dicha conducta. Asimismo, a esa intencionalidad le anteceden tres constructos: las actitudes hacia la conducta,
la norma subjetiva y el control conductual percibido. Desde estos tres constructos se ha logrado explicar la varianza de la
intencionalidad en un 76 %; a su vez, la conducta es explicada en un 59% por la intencionalidad de ejecutarla (Marcoux y
Shope, 1997).
Por sí misma, la intervención en la teoría de la conducta planificada no hace que el consumo de alcohol se reduzca, sino
que es un correlato con los factores que la componen; sin embargo, al considerar sus factores se establece una pauta
clara de actuación. Además de esta pauta, se considera la propuesta de la Organización Mundial de la Salud (1997),
en la cual destaca la importancia de incidir en el repertorio de conductas del individuo por medio de entrenamiento en
habilidades psicosociales, que consiste en el desarrollo de competencias de resistencia a la presión de pares, toma de
decisiones, autoestima y muestra superioridad significativa respecto a los currículos usuales de intervención para reducir
el uso de sustancias. Esta clase de intervención en que se entrenan los factores psicosociales asociados al consumo
de alcohol favorece a la capacidad de rechazar asertivamente las invitaciones al consumo de bebidas alcohólicas, la
resistencia a la presión de pares tal como ser capaz de planificarse en factores que protejan al individuo del consumo
de alcohol, además de saber lidiar con factores estresantes que pueden incidir en su consumo de alcohol, por lo que
muestra superioridad significativa respecto a los currículos usuales de intervención para reducir el uso de sustancias
(Botvin y Griffin, 2004).
Las intervenciones dirigidas a la prevención del consumo de alcohol con enfoque preventivo pueden ser selectivas, es
decir, se interviene cuando ya se están presentando los primeros signos de la adicción y, por ende, es urgente atender
a esta población expuesta a la problemática, Por lo que es posible identificar poblaciones vulnerables al consumo
problemático de alcohol a partir de su estilo temprano de consumo. De esta base se sustentan los métodos que
identifican las cuestiones más relevantes en el contenido y evaluación de un programa de intervención grupal (Nation et
al., 2003).
En vista de lo anterior, el trabajo aquí presentado se enfoca en la detección oportuna de las variables que inciden en el
consumo intensivo de alcohol. Los individuos en quienes se presenta el patrón de consumo tienen entre 14 y 18 años,
son estudiantes de una preparatoria privada en Ciudad Juárez. Otro criterio de inclusión es que hubiesen consumido
alcohol intensivamente durante los últimos tres meses, y se mostraran puestos a participar en el programa.
En la modalidad de consejo breve del Programa de Intervención Breve para Adolescentes que Inician el Consumo de
Alcohol y otras Drogas (PIBA), se demuestra efectividad en participantes con un consumo moderado de alcohol (Martínez
et al., 2008). Como una segunda etapa del programa, se plantea adicionar a la intervención un grupo experimental en el
que se integren 2 sesiones grupales adicionales, compuestas como talleres basados en el entrenamiento de habilidades
psicosociales de comunicación y rechazo asertivo a peticiones; la toma de decisiones y solución de problemas. Se
espera que el mantenimiento a mediano plazo será más prolongado que el caso de la aplicación únicamente de consejo
breve, estimando un mayor beneficio a la intervención planteada sin incluir una cantidad considerable de recursos.
De esta intervención breve se espera comprobar su efectividad, a partir de un cambio significativo entre las puntuaciones
previa y posterior de distintos instrumentos que evalúan factores asociados a conductas saludables, como lo son la autoeficacia relacionada con la resistencia para consumir alcohol en distintas situaciones, propuesto por Annis, Graham
y Davis (1987), así como la reducción de las creencias positivas asociadas al consumo de alcohol, estas creencias
categorizadas en los factores que componen la teoría de la conducta planificada, por medio de la adaptación del
instrumento de Olivar y Carrero (2007) a la intencionalidad de consumir alcohol. Tal como identificar una clara reducción
en la tasa de frecuencia de consumo de alcohol.
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