Una frontera difusa entre ayuda y discriminación
Resumen
A lo largo de mis colaboraciones en El Diario de Juárez, he compartido detalles de mi vida personal, como el hecho de ser padre de un adolescente llamado Santiago. Santiago está en esa etapa en la que cada fin de semana se multiplican las invitaciones a quinceañeras, así que después de la segunda, decidí asumir mi rol de “chofer oficial”, adoptando una vestimenta más cómoda: shorts, una playera -dos tallas más grandes- y guaraches.
La semana pasada llevé a Santiago a uno de estos bailes y, en esta ocasión, me acompañó mi hijo Sebastián, quien tiene 12 años. Después de dejar a Santiago en el evento, le pregunté a Sebastián si quería cenar, a lo que me respondió con entusiasmo: "¡Claro que sí, vamos a cenar!". Nos dirigimos a un puesto de tortas en la colonia Valle del Sol. Sebastián pidió una torta de colita de pavo, mientras que yo elegí una de bistec.
El momento de pagar, me di cuenta de que solo tenía un billete de 200 pesos. La dependienta nos informó que, debido a la cantidad de pedidos, nuestra orden tardaría unos 20 minutos en estar lista. Aprovechando el tiempo de espera, noté un puesto de tacos al pastor al lado, así que me acerqué con Sebastián y pregunté al joven que atendía si podía vendernos algo por 50 pesos. Para mi sorpresa, el joven, tras observarme y luego mirar a Sebastián, preguntó con cierta cautela:
Colecciones
- Divulgación [680]
El ítem tiene asociados los siguientes archivos de licencia: